domingo, 21 de junio de 2009

texto de ironia y humor
¡CANELA TU CUERPO QUEMA!

Canela es una negra, una hermosa negra…

Ella vive en la costa pacifica, más específicamente en el puerto de buenaventura, puerto bello y mercader, muchos podrían creer que adinerado es… pero allá en la última choza se halla ardiente la mujer más prendida de occidente… una humilde choza entre navegantes y dinero, que con palos gastados y paja pulida adornan el centro de abajo para arriba.

Canela vende cocadas del puerto hacia adentro, dulces en el monumento y de noche su cuerpo.

Un día, arribó un extranjero adinerado buscando el secreto que muchos decían guardaban aquellas cocadas, ¿pero como encontrar a aquella mulata?
Busco y busco en el puerto sin hallar paradero, hasta que un día le dijo un panadero: yo se donde encontrarla, pero necesito dinero. Como ve las ventas no están bien, la gente ahora es muy pobre, no tiene para comer.
¿Pero como puede suceder? Dijo el extranjero- Si es un puerto mercader.
Pues como puede ver los oligarcas y el capitalismo solo nos dejan en las manos la humildad y todo lo nuestro ha sido llevado a otro lugar, nos explotan y ultrajan tanto que la arena y el mar parecen de otros ya, pero personas como la negra canela nos llenan de valor para hacer en personas como usted un concepto de amor y respeto por nuestra región.
Veo- contesta el extranjero, como si no hubiera alcanzado a comprender las palabras del panadero.
Cuanto necesita, pero espero que sea usted honesto, tartamudeaba el extranjero pues aún se le dificultaba pronunciar algunas palabras.

¿Has visto aquellas palmas de coco cerca al mar? Dice el panadero. Claro las he visto- contesta el extranjero.
Ve hacia ellas y encontraras a la negra canela y junto a ella el secreto de aquellas cocadas que anhelas.

Y así lo hizo el extranjero, partiendo rápidamente al lugar indicado por el panadero.
Pero ohhh sorpresa cuando a su destino llega, un pescador dormido era quien se hallaba debajo del abrigo de las hojas de la palma.
Perdón amigo- le dice el extranjero. Es una pena interrumpir su sueño, pues solo vengo buscando a la hacedora de aquellas cocadas famosas de su región.
Ahhhhh, la negra canela- responde el pescador. Si la misma -le dice el extranjero.
Mirá que hoy no ha venido por aquí mi señor, pero sé de un lugar donde talvez la podes encontrar solo que te costará el doble de lo que le diste al panadero.
Y usted señor pescador- dice el extranjero- ¿como sabe de mi visita al panadero?
Muy sencillo amigo mío- responde el pescador- solo un hombre como vos sería capaz de confiar en aquel que a todos cuantos llegan buscando el secreto de las cocadas ¿porque a eso viene usted o no? los envía a esta palma de coco- Le dice el pescador.
¿Es decir que antes de mi visita han venido muchos más buscando aquel famoso secreto del sabor?
Mirá que si mi señor- contesta el pescador. Pero todos han fallado ya que no han seguido mis recomendaciones con cuidado, solo tené en cuenta algo, cuando la encontrés inclínate a sus pies y no mires sus ojos, ten cuidado con su presencia no te acerques tanto a ella.

¿Bueno lo tendré en cuenta- dice el extranjero, pero puede usted decirme donde la puedo hallar?
Claro, como no, Pero no se olvide del dinero. Mirá cogé por la esquina del parque y caminá cinco cuadrás hasta llegar a un gran aviso verde que dice ¡se vende panela!..
Muchas gracias- dice el extranjero después de darle el dinero al pescador.

Se dirige paciente y pensativo mientras camina, se pregunta el porque de aquel secreto tan escondido y el porque nadie lo ha podido descubrir, pero eso era algo que lo motivaba más a seguir su camino.

Cuando llegó, se encontró con un joven apuesto, pero un poco taimado.
Señor buenas tardes- dice el extranjero.
Se te ofrecé algo- pregunta el joven atariado por las ventas que estaba haciendo en ese momento.
Si claro, pero puede esperar- responde el extranjero.
Tan pronto como el muchacho se desocupa de sus labores atiende al extranjero que le dice: ando buscando a la negra canela, muy conocida en este pueblo por sus ricas cocadas, me dijeron que aquí podía yo encontrarla, usted sabrá algo de ella.

Mirá señor- dice el muchacho, y se toma un respiro, ella no ha venido hoy por aquí, pero sé de un sitio donde seguramente la podes encontrar.
El extranjero se muestra confundido y le cuenta su experiencia.
La verdad me han tenido de aquí para allá y no la he encontrado en ningún lugar. ¿Será verdad está vez lo que usted me ha de contar?
Si claro, no te preocupes confía en mi, muy seguramente allí ha de estar, pero eso si, tenes que apurarte para alcanzar a encontrarla, sino no es mi culpa. Ah- agrega el muchacho, y me tenes que dar algo de dinero, entenderás, es información confidencial.
Si claro- dice el extranjero afanado sacando el dinero para entregarle al muchacho y salir a buscar a canela.
Mire usted su dinero, dígame ahora donde encontrar a canela.
Si claro, mirá, vos coges por la iglesia y caminas seis casas, en una de ellas dice, expendio de cocadas, allí la encontrarás pero apuráte antes de que se vaya.
Si claro, y salio corriendo para encontrarla.

Al llegar al expendio, llamo pero nadie salía. Repitió su llamado una, dos, tres y hasta cuatro veces, hasta que delante a sus ojos se asoma una deslumbrante mulata de curvas pronunciadas y cuerpo voluptuoso, supuso que no era ella, pues los consejos y las descripciones que le habían dado de aquella mujer no correspondían a esta, así que no se lanzó a sus pies y por el contrario miró sus ojos muy fijamente, ojos hermosos y del color de la miel.
Perdón señorita- dice el extranjero, un poco cansado por la última corrida que había tenido con el fin de alcanzar a la negra canela que supuestamente se iba- siguiendo con la conversación- ¿podría usted indicarme donde puedo encontrar a la negra canela?
Si como no contesta la mujer- la negra canela soy yo.
El extranjero abrió los ojos asombrado y anonadado por la noticia, y le dice: no puede ser posible, he recorrido todo el pueblo y las descripciones que de usted me daban eran muy distintas, usted es una mujer hermosa, con un ángel que no refleja peligro alguno, como puede ser posible que me hayan dicho eso.

No me digas- respondió la negra canela, entre risas, lastima y pena.
Quien te dio tales datos. ¿Podes decirme?

Si claro-contesta el extranjero.
El primero fue un panadero, el segundo fue un pescador que se hallaba durmiendo bajo una palma de coco frente al mar, el siguiente fue un hombre que vende panela y por último él me envía aquí.
Sigue la negra canela con su risa y pregunta: ¿y que te dijeron de mi?
Que tuviera mucho cuidado, que cuando la encontrara me inclinara a sus pies, no mirara sus ojos ni me acercara mucho- dice el extranjero.

¿Pero porque su risa señorita canela? no es por nada- responde.
Solo que lamentablemente vos has sido otra victima de mis adorados hermanos que holgazanes se la pasan engañando a todos los extranjeros con las supuestas recetas del sabor que no existen para sacarles plata y celándome día y noche para que nadie se acerque…

1 comentario:

CARLOS ARTURO GAMBOA dijo...

El texto es interesante, maneja el humor y algunas veces la ironía